Contaminación

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Hace unos días leí sobre como el humo se está convirtiendo en el asesino más letal. Vivimos sumergidos en una sopa invisible donde flotan todo tipo de partículas que se acumulan en nuestro interior y que con los años producen todo tipo de enfermedades. Algunas de ellas nos conducen directamente a la muerte.

Así que quizá deberíamos proponernos luchar contra esa contaminación de forma activa y pasiva. Aportando, protestando y no usando, comiendo, produciendo ese veneno letal que respiramos. Otra resolución que debemos apuntar, de forma muy seria para este 2024.

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – Diciembre 2023

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Frida Khalo

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Visitando Lyon descubrí los traboules, una red de pasillos, pasajes y escaleras que conectan multitud de edificios en el casco histórico de Lyon. Esos espacios son aprovechados para que artistas de todo tipo lo usen para exponer sus obras. La guía nos explicaba que era un arte muy temporal, ya que podía desaparecer en cualquier momento a través de los servicios de limpieza del ayuntamiento o de la misma propiedad.

No me sorprendió, en absoluto, encontrarme con retratos de Frida Kahlo. Más de uno. A medida que pasan los años y las décadas, la fama y la influencia de Frida crecen dejando atrás a otros pintores con los que compartió décadas de creatividad. Quiero ser claro: Frida Kahlo ejerce una enorme fascinación. La ejerce sobre mí que incluso empecé a escribir un relato donde ella era uno de los personajes principales.

Es fácil encontrar el alma de Frida  en cualquier lugar, puedes entrar en tiendas donde se celebra su vida y su obra de forma original y exclusiva. Sus problemas vitales la abocaron a una vida de sufrimiento, e influyeron de forma dramática en su obra pictórica basada principalmente en ella misma. Todo ello forjó el mito y la leyenda que sigue creciendo setenta años después de su muerte. Su actitud, recordemos que vivió en la primera mitad del siglo veinte, la convirtió en una resistente contra la supremacía de lo masculino. La transformó en un símbolo del feminismo y en una heroína para generaciones posteriores.

El retrato con el que me tope, navegaba entre lo humorístico y lo provocador. Una bella alegoría de Frida como otros muchos. La diferencia estaba en sus contornos. Una frase escrita en rotulador y una flecha señalando la imagen de la mexicana (recuerden que Kahlo ya exageraba en sus pinturas unas cejas pobladas y un naciente bigotito). Sería interesante ahondar sobre esos detalles, pero este no es el lugar adecuado para ello. Regresemos a la frase escrita y la critica que destila: “Arrêtez de me faire belle, avec vos critères de merde” En castellano: “Parad de hacerme hermosa, con vuestros criterios de mierda”. Supongo que el que escribió la frase, no era el mismo que la pinto en esa pared.

Existen dos Fridas, una sigue siendo ella misma y la otra pertenece al mundo. Ese mundo que la recrea y difunde bajo sus propios parámetros. Usan esa fascinación casi mágica que ejerce en beneficio propio y eso no es, en principio, negativo ni esto es una critica. Solo es una constatación.

La voz que se levanta tras esa frase explicita la queja de algunos. ¡Basta ya de usarme en tu propio beneficio! ¡Crea contenido original y deja de usarme como autopista para tus propios objetivos! Sabemos que un retrato de Kahlo llamará la atención, así que explotarla en beneficio propio dice muy poco sobre tu creatividad y mucho sobre tus ambiciones impúdicas. No solo ocurre en este arte. En los títulos de las novelas, ocurre lo mismo, usando palabras o apellidos de otros autores famosos que generan una respuesta inmediata de reconocimiento en el lector. Algo obsceno.

Me encanta que la critica se ejerza con esa libertad. Que se reproche un uso banal de Frida Kahlo que construyo su arte a través de su propia terrible realidad. Y me seduce los pequeños detalles. El pequeño papel pegado a la pared que menciona a “Le petit Prince” y que te retrotrae a la filosofía que Antoine de Saint-Exupéry expone en su pequeño libro (que todos deberíamos leer al menos una vez). Si reflexionas, se puede encontrar muchos puntos de conexión entre Frida y Antoine. Algo que puede ser bello y enriquecedor a la vez.

Explorar y perderse por los traboules fue increíble, pero descubrir en un pequeño rincón semejante joya fue de lo mejor de visitar Lyon.

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – Septiembre 2023
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Sonrisas

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Hay hábitos muy saludables para el cuerpo. Está comprobado el bienestar que produce tener animales en casa, no beber alcohol o mantener una actitud positiva en la vida. Cada vez más rehuyo la gente que solo te cuenta desgracias y que siempre, siempre, siempre a tu pregunta de ¿Cómo estás? Te suelta la retahíla de los consabidos problemas, enfermedades, broncas y situaciones embarazosas como si eso fuera el culmen de su vida. No saben darte una alegría ni entienden lo que eso significa. Viven sumergidos en su propio mundo, a oscuras y en silencio. No han aprendido a reír, rechazan reír o han decidido ignorarla. En definitiva, tienen una actitud negativa y se convierten en gente tóxica para sí mismos y para su entorno.

No quiero bañarme en ese fango. Un cieno que te mancha hasta el alma. No es que no quiera saber, es que apagan mi ánimo y perjudican mi bienestar. Soy muy consciente de la cantidad de desastres, problemas y crueldades que nos rodean. Intento ayudar trasladando una visión positiva de las cosas, pero soy como una balsa en medio de la inmensidad del océano. Cuesta mantenerse a flote y a veces decides que los demás también tienen la obligación de esforzarse por ellos mismos. Puedes quedar exhausto en el intento. Como instructor de submarinismo, tuve que aprender que primero era mantenerme a mi mismo seguro para que pudiera ayudar a los demás con garantías de éxito. Es una lección muy dura de aprender.

Nunca estaré lo suficientemente agradecido a aquellas personas que en mis momentos duros me hicieron reír, me hicieron olvidar esos momentos complicados o dolorosos, aunque solo fuera un rato. Brindándome la oportunidad de recuperarme. A todos ellos, que me brindaron la calidez reconfortante de su alma, los llevaré siempre en el corazón pase lo que pase.

Así que cuando alguien me ofrece una sonrisa lo considero un regalo que va directo al corazón. Esa sonrisa se ofrece de forma desinteresada y es la esencia misma del amor, del deseo de compartir. Un obsequio de valor incalculable.

Sometidos al estrés diario, perdemos la sensibilidad, y dejamos de percibir ese pequeño milagro diario que representa cada una de las sonrisas con las que nos agasajan.

Creo que, como los abrazos, deberíamos de honrar a aquellas personas a las que amamos, con más sonrisas. Sonreír más, abrazar más, regalar más felicidad. Soy de los que creo que en realidad es una inversión y que nosotros somos los primeros beneficiados, porque la gente nos los devuelve centuplicados.

Así que sonrío, aunque ha veces no tenga ganas, aunque la persona que tengo delante puede que no sea capaz de percibirla en todo su valor. Sonrío porque escojo la parte positiva de la vida, de las personas y porque elijo ser cómplice de mi felicidad y la del resto de los humanos con los que me relaciono.

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – Septiembre 2023

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Mensajes

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Que “la fotografía parece ser la más literaria de las artes gráficas”, ya lo dijo Walker Evans, un artista a quien siempre fascinó tanto el poder expresivo y descriptivo del medio fotográfico como el de las letras. Tanto en los talleres que impartía sobre fotografía como de escritura bajo una óptica creativa, solía usar el contrario para ilustrar las enormes posibilidades que ambos ofrecen para vislumbrar la amplitud de sus capacidades en cualquiera de ambas disciplinas.
Estos días estoy leyendo un par de libros curiosos que te hacen reflexionar, y mucho, sobre las aspiraciones que, como artista, sea escritor, fotógrafo u otro, intentas a las claras o de forma sutil colar al que te lee o contempla tus imágenes. Los libros en cuestión los descubrí a través de una reseña del Diario El País y son: Strange Hours: Photography, Memory, and the Lives of Artists. Aperture, 2023. Rebecca Bengal. 216, páginas y Writer Conversation, 1000 Words, 2023. 144 páginas.
Ya he comentado, en más de una ocasión, la interesante cuestión de que muchos fotógrafos se dediquen también a la escritura y que estos manifiesten una especial atención por la fotografía. No vamos a descubrir nada nuevo bajo el sol en esta cuestión y cada cual podrá sacar sus propias conclusiones de sus experiencias.
Lo que me interesa aquí es reseñar como es imposible, bueno, no seamos tan deterministas, casi imposible no establecer entra obra y lector o espectador una comunicación, a la postre un enlace emocional más o menos intenso. Este puede ser visible, sin tapujos o tan sutil que resulte (casi) invisible. Lo importante es darse cuenta que, lo quiera o no, intenta ofrecer un punto de vista determinado de aquello que configura su obra y que por tanto, sin ánimo de manipular (aunque a veces eso no solo es posible sino que es totalmente intencionado) logra ampliar el mundo del lector o espectador.
No me voy a poner exquisito para valorar si es positivo o negativo. Eso depende del artista. En cualquier caso, solo mencionar su existencia y que, como todo, tiene dos caras una luminosa y otra tenebrosa. El detalle es que siempre será enriquecedor si el que recibe el mensaje sabe filtrar y analizar lo que se le ofrece.
Por último, y buscando esa sonrisa esquiva. Pasmarse porque una vez hecha la obra, deja de ser solo tuya. Esta pertenece también a los lectores o espectadores. Son ellos los que descubren intenciones allá donde el artista nunca pensó hollar. Y es que viajamos a la velocidad de la luz.

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – 7 de septiembre 2023