Sonrisas

publicado en: Reflexiones | 0

Hay hábitos muy saludables para el cuerpo. Está comprobado el bienestar que produce tener animales en casa, no beber alcohol o mantener una actitud positiva en la vida. Cada vez más rehuyo la gente que solo te cuenta desgracias y que siempre, siempre, siempre a tu pregunta de ¿Cómo estás? Te suelta la retahíla de los consabidos problemas, enfermedades, broncas y situaciones embarazosas como si eso fuera el culmen de su vida. No saben darte una alegría ni entienden lo que eso significa. Viven sumergidos en su propio mundo, a oscuras y en silencio. No han aprendido a reír, rechazan reír o han decidido ignorarla. En definitiva, tienen una actitud negativa y se convierten en gente tóxica para sí mismos y para su entorno.

No quiero bañarme en ese fango. Un cieno que te mancha hasta el alma. No es que no quiera saber, es que apagan mi ánimo y perjudican mi bienestar. Soy muy consciente de la cantidad de desastres, problemas y crueldades que nos rodean. Intento ayudar trasladando una visión positiva de las cosas, pero soy como una balsa en medio de la inmensidad del océano. Cuesta mantenerse a flote y a veces decides que los demás también tienen la obligación de esforzarse por ellos mismos. Puedes quedar exhausto en el intento. Como instructor de submarinismo, tuve que aprender que primero era mantenerme a mi mismo seguro para que pudiera ayudar a los demás con garantías de éxito. Es una lección muy dura de aprender.

Nunca estaré lo suficientemente agradecido a aquellas personas que en mis momentos duros me hicieron reír, me hicieron olvidar esos momentos complicados o dolorosos, aunque solo fuera un rato. Brindándome la oportunidad de recuperarme. A todos ellos, que me brindaron la calidez reconfortante de su alma, los llevaré siempre en el corazón pase lo que pase.

Así que cuando alguien me ofrece una sonrisa lo considero un regalo que va directo al corazón. Esa sonrisa se ofrece de forma desinteresada y es la esencia misma del amor, del deseo de compartir. Un obsequio de valor incalculable.

Sometidos al estrés diario, perdemos la sensibilidad, y dejamos de percibir ese pequeño milagro diario que representa cada una de las sonrisas con las que nos agasajan.

Creo que, como los abrazos, deberíamos de honrar a aquellas personas a las que amamos, con más sonrisas. Sonreír más, abrazar más, regalar más felicidad. Soy de los que creo que en realidad es una inversión y que nosotros somos los primeros beneficiados, porque la gente nos los devuelve centuplicados.

Así que sonrío, aunque ha veces no tenga ganas, aunque la persona que tengo delante puede que no sea capaz de percibirla en todo su valor. Sonrío porque escojo la parte positiva de la vida, de las personas y porque elijo ser cómplice de mi felicidad y la del resto de los humanos con los que me relaciono.

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – Septiembre 2023

Puede ver la foto en grande en mi galería de FLICKR
Puede ver la foto en grande en mi galería de 500PXeflexiones
También puede visitar mi Instagram