Joana

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La foto fue tomada hace 79 años en un estudio de la calle Pelayo. En aquel tiempo existían en aquel punto de la ciudad un montón de estudios de fotografía, donde los barceloneses y barcelonesas se inmortalizaban. Allí me llevo Joana en mis primeros años varias veces para dejar constancia de mi existencia. En casa, aún cuelgan algunas fotos de esas, de estudio en blanco y negro, con una gama de grises que aún hoy me sorprenden por su limpieza y perfección cromática.

Joana tenía en ese momento 18 años y la foto se la hizo para enviársela a su novio Ángel, que estaba haciendo la mili en la ciudad africana de Melilla.

Hay una dedicatoria que supongo para muchos, y en aquellos tiempos, era muy habitual. Dice así: «La foto te sonríe, el original te adora«. No es la letra de la Joana, por supuesto. En aquellos tiempos, mi madre apenas sabía escribir. Tuvo que esperar a casarse para que el hijo de una vecina muy querida, le enseñara por las noches. Aún así su trazo siempre fue inseguro. De ahí nació su terca e intensa batalla para que sus hijos estudiaran y pudieran llegar hasta sus propios límites. No los impuestos por la pobreza ni la necesidad de sobrevivir.

Y hoy es 15 de agosto. El día y el mes que ella surgió de las entrañas de la Maria. Desde luego estamos muy lejos del punto del espacio en el que ella nació. Dejando de lado las velocidades (por pequeñas con relación a las otras) de sobre nuestro eje y alrededor del sol, nuestro planeta viaja con relación a nuestra galaxia a una velocidad aproximada de 828.000 km por hora (unos 230 km por segundo) y en relación de la Via Láctea con relación a otras galaxias (pongamos para hablar en bruto de nuestro universo, para entendernos) de 2,1 millones de km por hora (unos 583 km por segundo). Nunca pasaremos de nuevo por ese punto en concreto, y cuando digo nunca, es literalmente nunca. Si han leído la novela El problema de los tres cuerpos de Liu Cixin, atisbarán ese nunca como algo de una solidez pétrea y de perturbadora magnitud. A nadie se le escapa que cuesta imaginar semejante viaje.

Y eso nos devuelve a la realidad cotidiana, que por cercano y porque nos afecta en el día a día es indispensable prestarle atención. Salvo en momentos como este en que me apetece recordar hechos de están ya muy próximos a cumplir 100 años.

Sería una locura (aunque se podría con la suficiente potencia de cálculo) saber donde estaba nuestro pequeño y maltratado planeta en aquel momento. Aunque creo que eso no es importante. 

Que tengan un feliz día festivo de 15 de agosto en sus vidas.

Ⓒ Ricardo de la Casa Pérez – 15 de agosto de 2024