Recuerdo que estaba preocupado. Demasiados parámetros que no podía controlar. Sabía lo que quería plasmar, pero necesitaba que los caballos entraran en el ángulo correcto para que sus cabezas expresaran toda la fuerza de su carácter. El sol caía y quedaba muy poco tiempo para que la luz dorada que se reflejaba en sus crines se esfumara. Además, galopaban, con lo que tenía que mantener la velocidad alta (1/2000) y no quería subir el ISO (la sensibilidad del sensor) demasiado. Ya estaba en 1000 y aún podía mantener un diafragma intermedio (7.1) para sacar al sensor lo mejor de él.
Me quedaba sin tiempo. Una o dos pasadas más y se habría acabado la oportunidad. Los caballos blancos tienen esa enorme plasticidad y contraste con el entorno que los hace ideales. Por sí mismos son seres mágicos, pero si los ponemos en entornos naturales, son novas explosionando de belleza en el firmamento.
Cuando te miran a los ojos, se acercan, te husmean y se restriegan, quedas atrapado y fascinado a la vez. Sabes que estás viviendo un momento extraordinario.
Ⓒ texto y fotografías Ricardo de la Casa Pérez – Diciembre de 2025
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Hemos avanzado mucho en fotografía. No por sofisticado sino por la facilidad y porque ahora no hace falta ser un profesional para revelar correctamente una foto y sobre todo aplicar ajustes y retoques que antes estaban muy limitados.
En estos últimos años, estamos asistiendo a un profundo debate que desborda los límites fotográficos. Entendido como confrontación de opiniones sobre sus límites, si los hay, o sobre lo que es y lo que no debería ser. Es decir que deberían quedar excluidos.
Todos tienen vela en este entierro (o en este bautizo, depende de lo pesimista o optimista que seas). Sobre todo profesionales y aficionados a la fotografía, pero también artistas de otras disciplinas, filósofos, profesores varios, tertulianos de todo tipo, agoreros del fin del mundo, analfabetos freudianos y por supuesto asociaciones, clubs, federaciones fotográficas de todo el mundo. Gracias a la tecnología la fotografía entendida como arte, está sufriendo o disfrutando, de una transformación que muy pocos pudieron prever hace pocas décadas.
La tecnología ha ampliado de tal forma el arte fotográfico que ha dado alas a los creativos para imaginar nuevos mundos y algunos puristas creen que eso ya no es fotografía. Quizá sea arte, pero al menos no es arte fotográfico he oído comentar.
Y quizá tengan razón. No me opongo a ello. Tampoco me molesta. De hecho no me importa porque lo que se está haciendo, estamos haciendo (disculpen que me incluya) es ampliar el horizonte. Al menos ese es mi pensamiento. Toda la historia, arte e imágenes de la Fotografía, sigue existiendo y sus territorios pueden ser pisados, recorridos y gozados en toda su magna y fantástica amplitud. Nadie la ha prohibido, ni nos está vedado entrar. No se cercena opciones, se amplia. Quizá lo que molesta es que usemos en vano su nombre. Es decir, confundamos al público mezclando cosas. Quizá sea necesario buscar una nueva nomenclatura. No dudo que si es necesario eso sucederá. En realidad no es importante. Ya nos acostumbraremos. Los humanos somos una especie altamente adaptable.
Esa tecnología que nos permite reinterpretar lo que vemos hace posible que hoy hoyemos nuevas tierras, muchos lugares inventados que solo existían en nuestra imaginación. Lugares ignotos sobre los que el ojo humano, aún no ha posado la mirada ni nunca podría sin esa ayuda extra. Descubrir nuevos paisajes puede ser, además de una enorme satisfacción personal, una aventura absolutamente indescriptible.
Así que yo creo, sinceramente, que mejor no perder el tiempo en debates estériles que poco pueden aportar y menos enriquecer nuestra vida. Mejor dedicar nuestro tiempo y nuestra mente a crear simplemente aquello que te atrae o que vislumbras dentro de ti, casi de refilón, para darle, forma, color, textura y convertirlo en algo real.
Brindemos por ello.
Ⓒ texto y fotografías Ricardo de la Casa Pérez – Noviembre de 2025
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Es fácil quedar seducido en las salas del Louvre. Yo mismo me quede absorto mirando a la mujer que, a su vez, se había quedado deslumbrada por un cuadro majestuoso e impactante. Se había quedado tan quieta que me dio tiempo a fotografiarla. Estamos en la sala Denon, la 700, llamada también Sala Mollien del Romanticismo. Detrás de la mujer está el cuadro La Muerte de Sardanápalo, pintado por Eugène Delacroix en 1827. Este cuadro es una locura. Un autentico caos. Violento y sensual a la vez. El pintor se inspiró en un poema de Lord Byron sobre la leyenda del último rey asirio qué, al verse derrotado, decide destruir todo lo que ama. Es un cuadro para perderse en él e ir del todo a cada uno de los detalles que lo convierten en uno de los mejores ejemplos del romanticismo francés. Por supuesto todos sentimos curiosidad por saber qué mira la mujer. Ese otro cuadro, que escapa a nuestra vista, de grandes dimensiones, es también de Delacroix y se titula. La Libertad guiando al pueblo. Creo que la mayoría recordará el sujeto principal: una mujer con la bandera tricolor y un fusil que avanza guiando al pueblo con los pechos al aire. Conmemora la Revolución de 1830 cuando el pueblo derrocó al rey Carlos X. Hoy es un símbolo reconocible intergeneracional.
Ⓒ texto y fotografías Ricardo de la Casa Pérez – Noviembre de 2025
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El teatro romano de Cartagena empezó a ser excavado en 1988. Nunca supe de él a pesar de mis continuos viajes. Así que, tras casi cuarenta años, me dejé caer de nuevo por esos lares, y lo primero que hice fue visitar las ruinas del teatro.En general, la arquitectura romana es bastante reconocible, estés en Tarragona, Roma o Croacia. Lo que no esperaba era encontrarme esa locura visual que me dejó encantado.
Da la sensación de que multitud de artistas se han dedicado a embellecer las paredes de los edificios que lo rodean. Lo que pueden ver son los aledaños del teatro, las paredes posteriores de los edificios circundantes. Casi no había prestado atención, ya que el mismo teatro acaparaba toda mi atención, hasta que me giré y me quedé, de repente, anonadado. Todo un espectáculo lleno de pequeños detalles que no se acababan nunca. Una pared flagelada por los años, llena de recuerdos de otras épocas y edificaciones imposibles, era capaz de cautivar mi mirada y dejarme absorto. La amalgama resultante de arte callejero, ruinas romanas y décadas de civilización amontonados unas encima de otras superponiendo generaciones de seres humanos pisando los mismos lugares, puede dar para muchas sorpresas y esta es una de ellas.
Ⓒ texto y fotografías Ricardo de la Casa Pérez – Octubre de 2025
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