Fascinación

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Es fácil quedar seducido en las salas del Louvre. Yo mismo me quede absorto mirando a la mujer que, a su vez, se había quedado deslumbrada por un cuadro majestuoso e impactante.
Se había quedado tan quieta que me dio tiempo a fotografiarla.
Estamos en la sala Denon, la 700, llamada también Sala Mollien del Romanticismo. Detrás de la mujer está el cuadro La Muerte de Sardanápalo, pintado por Eugène Delacroix en 1827. Este cuadro es una locura. Un autentico caos.  Violento y sensual a la vez. El pintor se inspiró en un poema de Lord Byron sobre la leyenda del último rey asirio qué, al verse derrotado, decide destruir todo lo que ama. Es un cuadro para perderse en él e ir del todo a cada uno de los detalles que lo convierten en uno de los mejores ejemplos del romanticismo francés.
Por supuesto todos sentimos curiosidad por saber qué mira la mujer. Ese otro cuadro, que escapa a nuestra vista, de grandes dimensiones, es también de Delacroix y se titula. La Libertad guiando al pueblo. Creo que la mayoría recordará el sujeto principal: una mujer con la bandera tricolor y un fusil que avanza guiando al pueblo con los pechos al aire. Conmemora la Revolución de 1830 cuando el pueblo derrocó al rey Carlos X. Hoy es un símbolo reconocible intergeneracional.


Ⓒ texto y fotografías Ricardo de la Casa Pérez – Noviembre de 2025

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